El crecimiento económico ha sido el comportamiento dominante de la civilización moderna. En los países ricos es necesario para crear empleo y progreso técnico, y en el mundo no desarrollado es la única salida a la pobreza. Sin embargo, la realidad es que el crecimiento económico puede resolver algunos problemas, pero también crea otros debido a que existen límites.
Los límites del crecimiento son el resultado de la relación entre las fuentes planetarias, que nos proveen de materiales y energías, y los sumideros planetarios, que absorben la contaminación y los residuos. Cada recurso natural está limitado tanto por sus fuentes como por sus sumideros; por ejemplo, la energía nuclear está limitada por las reservas de minerales radiactivos y por el espacio que estamos dispuestos a dedicar a cementerios de los residuos resultantes.
Las actuales estructuras económicas, antes que gestionar los recurso del planeta, son una forma de dilapidarlos. Sin embargo, a pesar de todo, nos aferramos a la utilización de este modelo, porque parece que no puede existir bienestar material sin aumentar progresivamente el consumo de recursos.
En 1983, la ONU creó la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Su informe propuso por primera vez el concepto de desarrollo sostenible: Nuevos caminos de progreso social y económico que resuelvan las necesidades del presente sin comprometer a las generaciones futuras.
El concepto de desarrollo sostenible es tan ajeno al mundo contemporáneo, acostumbrado al crecimiento ilimitado, que aparece como un paso atrás y como una amenaza para la seguridad material. Sin embargo, una sociedad sostenible no tiene por qué ser una sociedad que renuncie al progreso; antes bien, significa cambiar el actual modelo de consumo por otro que comporte valores como la solidaridad y el conservacionismo y que impida el agotamiento acelerado de los recursos naturales a que nos conduce al actual modelo.
El reto de la nueva economía es construir, de forma lenta y gradual, un mundo ambientalmente sostenible y que además, sea capaz de eliminar las grandes desigualdades económicas y sociales entre los países ricos y los países pobres. De nosotros depende nuestro propio futuro.
Desarrollo sostenible
· Solidaridad de los países ricos con los subdesarrollados para erradicar la pobreza mundial. No se trata de hacer caridad, sino de permitirles generar riqueza mediante la explotación de sus recursos: proporcionarles medios técnicos, liberarlos de la deuda externa y fomentar los intercambios comerciales y científicos beneficiosos para estos países.
· Control del crecimiento demográfico. La educación, la eliminación de la pobreza y la mejora de la posición social de la mujer traerá consigo una disminución de la población, tal como ha demostrado la experiencia en lo países desarrollados.
· Ahorro de energía, ya que, de seguir el ritmo actual de consumo, se produciría el colapso planetario por contaminación. El agotamiento de los combustibles fósiles y la peligrosidad potencial de los nucleares hacen necesario promover el uso de fuentes de energía eólica, la solar, la geotérmica, la procedente de la biomasa y la mareomotriz.
· Controlar la contaminación, que amenaza con destruir los recursos naturales. Para esto es necesario una nueva mentalidad en la gestión de los recursos: depuración de las aguas residuales de las ciudades, eliminación de los gases contaminantes mediante filtros en las industrias, estabilización de las emisiones de CFC y promoción de la agricultura ecológica.
· Racionalización y ahorro en el consumo de materiales. El reciclado de materiales es una estrategia inevitable si no queremos sobreexplotar los recursos y ver el planeta convertido en un basurero.
· Conservación de especies y ecosistemas. La actividad humana está reduciendo la biodiversidad de forma alarmante, lo que significa un empobrecimiento de la reserva genética y una disminución de la posibilidad de encontrar nuevos recursos. Existen convenios y normas internacionales que protegen los ecosistemas y que controlan el comercio de pieles, marfil y otros productos extraídos de las especies en peligro de extinción. La reforestación de grandes áreas es una medida muy necesaria por ejemplo en España.
· Medidas legislativas. Todas las estrategias conservacionistas deberán ir acompañadas de una legislación efectiva que las respalde y que trascienda al ámbito autonómico e, incluso, al nacional.
· Educación ambiental. Lo anteriormente propuesto sería una tarea inútil si la población no toma conciencia real del problema y no desarrolla una sensibilidad respecto a los problemas medioambientales.